En su forma, en su manera

Como todos los años, una mamá que quiere exponer el caso de su hijo para que sea considerado en la marcha del campamento.

Se sigue cumpliendo la hipótesis de que, en un bajo porcentaje, se trate de exceso de protección que aspira a que tenga continuidad durante el campamento. En el resto de los casos, se cumple la ecuación de que una mamá o un papá expongan, con extraordinario sosiego, una situación que invitaría a mayor nerviosismo y que evidencia el trabajo de aceptación e integración que la familia tiene ya como tarjeta de presentación.

Con extrema delicadeza, vino a consultar la posibilidad de que su hija pudiera participar en la actividad.

- "Es una persona especial, sus educadores la están valorando para tratar de hacer un diagnóstico "...

La entrada de coles ha aceptado una jerga en la que los TDH, los superdotados, los hiperactivos, los asperger o los autistas parecen establecer una clasificación irrenunciable para todo alumno... por eso interrumpo, con un paréntesis la conversación, porque la consulta no requiere de más explicaciones:

- "En nuestro campamento, la diversidad no es un problema sino un reto para los educadores. Explícanos lo que quieras sobre tu hija, pero que sea para entenderla mejor, no para pedir permiso. Si no viene ella no hacemos el campamento. Esta actividad está concebida, especialmente, para quien más necesidad tenga".

Así comenzó una larga relación de muchos veranos que se convirtieron en un ventanal privilegiado para contemplar su crecimiento y su evolución.

Es verdad que siendo pequeña tenía un comportamiento distinto, nunca problemático. Tenía su lengüaje y su gramática. A veces se abstraía en unos mundos que pagaría por poder conocer y comprender...

Y cada final de campamento, una reflexión compartida con sus padres en la que pudieran sentir un profundo alivio porque todo había ido bien y un profundo orgullo porque la evolución tenía que estar siendo fruto de un incalculable esfuerzo por parte de toda la familia.

Y llegaron los itinerantes, y nos salio del género perezoso. No mucho más que la que dormía en la litera de abajo. Pero los hacía. Y con los kilómetros y los paisajes deslumbrantes conseguimos arrancar algún tímido: -"No ha estado tan mal".

Y llegaron sus quince y, con ellos, el final de la etapa de campamentos y una nueva conversación con su madre...

- "Yo creo que no puede ir a Linares. Los campamentos han sido un verdadero regalo para ella. Estamos muy agradecidos. Pero una cosa es ir de acampada y otra tener que ir a estar pendiente de otros niños. Lo único que no queremos es que se dificulte el proyecto"...

- "¡Que venga! Linares está cerca de Madrid. Si no funciona, siempre hay un tren de vuelta... ¿Por qué vamos a negarle esta oportunidad?".

Y fue la mejor. Y entendió perfectamente la actividad. Y se deshizo en cuidados y atenciones. Y fue inteligente en entender lo que se necesitaba... Y aún es vivo el recuerdo de sus paseos con dos niños cogidos de sus manos.

Siempre en su forma, en su manera...

Contemplándola desde la distancia, con media lágrima sostenida y una inmensa sonrisa, aprendí aquél verano que los diagnósticos solo sirven para aproximarse a la persona. Y, a veces, solo para reducilos a un esquema manejable y un etiquetado que puede convertirse en injusto.

Desde entonces, mi preocupación no es su diagnóstico de referencia, sino ella. Su forma y su manera. El modo de comprenderla y de poner las condiciones para que pueda crecer en lo que ella es, en lo que Dios ha querido que sea.

Y el tiempo, en su machacona insistencia fue generando otras encrucijadas. Y llegaron sus diecisiete...

- "Quiere hacer el curso de monitores"...

La mirada al infinito fue, entonces, la mía. Sobre la convicción de un sí previo, mi reflexión reconoció la utopía que se abría...

- "Si tengo la inmensa suerte de compartir un campamento con ella de monitora doy por alcanzado el techo de mi "carrera" en el tiempo libre ante un sueño, tan grande, que ni en mis mayores ensoñaciones cuando comencé en esto hace 27 años, o en los 20 formando monitores podía haber siquiera intuido"...

Como ya podréis intuir su curso fue un nuevo éxito. En su forma, en su manera. Nunca problemático, siempre en la aceptación de otros ritmos y otras lógicas, siempre hermosas.

Y todos los meses de su formación se convirtieron en el preámbulo de un día que viví como histórico.

Un 17 de julio de 2019. El día en que se estrenó como monitora; el día que tuve el privilegio de compartir con ella equipo.

Y desde el porche de la casa, en la distancia, me emociona ver su trabajo. Como una más, pero en el regalo de que sea en su forma, en su manera.

Las laderas de las montañas que vamos a subir con los medianos se convierte en oración de alabanza por los esfuerzos de tantas personas que han gestado este milagro. Con especial protagonismo de sus padres y sus hermanos. Con el único mérito de ella.

En su forma, en su manera...

Haciéndose persona como Dios quiso que fuera a su imagen y semejanza en su forma y a su manera.

Comentarios

  1. Preciosa historia a la vez que ejemplarizante. Nos recuerda que no debemos etiquetar a las personas, ni poner límites donde no existen. ❤️

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  2. Me ha hecho llorar de alegría. ¡Qué gran lección!

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  3. Hermoso ejemplo de inteligencia y tolerancia aplicada. Cada cual según sus talentos y sus dones.

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  4. Muchas veces no miramos con los ojos del amor y por ignorancia nos perdemos en nuestros miedos por las opiniones de los demás , creer no encajar o simplemente por no querer dar ese paso para hacer de nuestras acciones algo por lo que merezca la pena luchar y poder vivirlo con todo su explendor. Preciosa experiencia, gracias por compartir.

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